30 mayo 2022

5 razones para dejar de comer pan blanco


 El pan es el alimento básico de nuestra civilización. Pero ha llegado el momento de dejar de consumir pan blanco. Y ahora va a ver por qué.

1. Demasiado mezclado

El trigo ya no puede considerarse un alimento sano. Aunque sea ecológico o integral, el trigo moderno es demasiado híbrido. Contiene una elevada cantidad de glutamina, una proteína que tiende a irritar las paredes intestinales, y muchos menos minerales y vitaminas que hace cientos de años.

Es una verdadera lástima, porque el trigo era realmente un alimento adecuado. Sin embargo, hoy día ha dejado de serlo, y lo peor es que se añade a multitud de harinas y alimentos en particular como espesante.

2. Demasiado pobre en nutrientes

El trigo integral, aunque sigue sin ser lo mejor para la salud, al menos contiene fibra, vitaminas y minerales. Pero al elaborar pan blanco, por el contrario, se retiran del trigo el germen y el salvado, la mejor parte de la harina, que se utilizan para alimentar a cerdos y otros animales de granja.

El resultado es un producto casi sin fibra y sin apenas vitaminas ni minerales. En el fondo, no es más que almidón; básicamente calorías sin nutrientes esenciales.

Y lo mismo ocurre con los cereales para el desayuno. Al comprarlos no se deje impresionar por las etiquetas que indican que han sido “enriquecidos” con vitaminas. La razón por la que necesitan “enriquecerse” es precisamente porque los científicos se dieron cuenta ya hace décadas de hasta qué punto eran pobres en nutrientes.

Vamos, que la caja de cartón de los cereales contiene casi tantos micronutrientes como los propios cereales, si no más.

Los fabricantes decidieron añadir a los cereales 3 ó 4 vitaminas y un poco de hierro. Pero esto es lo mismo que si alguien le roba 10.000 euros del banco y luego decide “enriquecerle” dándole un par de euros.

3. Demasiado salado

El pan blanco está demasiado salado. Contiene de media 19 g de sal por kilo de pan. Es decir, que una barra (250 g) contiene 4,7 g de sal, lo que supone casi la cantidad máxima diaria que recomienda la Organización Mundial de la Salud (5 g al día por persona).

De hecho, según datos oficiales en España la principal fuente dietética de sodio en la población adulta es precisamente el pan. Y es que, aunque no se añada sal en su fabricación (es decir, en el caso del pan sin sal), este ya contiene naturalmente de 0,2 a 2,2 g de cloruro de sodio por kilo.

4. Demasiado dulce

El pan blanco es un azúcar de combustión rápida con un índice glucémico (IG) elevado, lo que provoca un gran pico de insulina y reacciones de hipoglucemia. El IG es el indicador del efecto de los alimentos en la glucemia (nivel de glucosa en sangre) durante las 2 horas siguientes a su ingesta, y de hecho el índice 100 de glucemia -el máximo- se corresponde con la glucosa pura y… ¡con el pan blanco!

Como ya ha visto, este no es más que almidón, el cual a su vez no es otra cosa que una cadena de moléculas de glucosa.

Esto quiere decir que consumir pan blanco es peor que comer directamente terrones de azúcar: hace que aumenten escandalosamente los niveles de glucosa en sangre, lo que afecta al páncreas y provoca un pico de insulina, con el consiguiente riesgo de desarrollar en un futuro resistencia a esta, así como diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares. 

Ni que decir tiene lo que supone consumirlo sufriendo alguna de estas enfermedades…

5. Demasiado gluten

El trigo moderno, resultado de procesos híbridos, se ha seleccionado por su riqueza en gluten (una mezcla de proteínas). Cuanto más gluten tenga la harina, más fermenta el pan y más elástico y esponjoso se vuelve. Esto lo hace parecer más apetitoso, más hinchado y, por tanto, se vende mejor.

El problema es que el sistema digestivo de muchas personas no tolera las cantidades de gluten que contiene el pan moderno. Y la intolerancia al gluten provoca cansancio, dolores abdominales, diarrea, reflujo gastroesofágico, problemas articulares, eccemas e incluso trastornos neurológicos. ¡Ahí es nada!

Conclusión

Si no tiene posibilidad de hacerse con verdadero pan, como por ejemplo de espelta, de avena o de trigo sarraceno (más recomendables, aunque en cualquier caso sin abusar), le aseguro que comer sardinas, ensaladas, huevos fritos y jamón sin pan sienta más que bien.

Y si precisamente está acostumbrado a consumirlo, se sentirá tan ligero y con tanta energía después de renunciar a él en sus comidas que le costará creerlo. ¡Palabra!

¡A su salud!

Luis Miguel Oliveiras

Fuente: www.saludnutricionbienestar.com 

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