Una mirada general de la literatura científica nos muestra que los beneficios de la naturaleza para la salud física son amplios y respaldados por numerosas investigaciones; a continuación, destaco algunos de los aspectos más destacados:
Reducción del estrés: pasar tiempo en entornos naturales, como bosques o parques, se ha
asociado con una disminución significativa de los niveles de estrés; la
exposición a la naturaleza puede reducir la producción de hormonas del estrés
como el cortisol, lo que, a su vez, tiene un impacto positivo en la salud
física y, por supuesto, mental.
Mejora del sistema inmunológico: el contacto con la naturaleza puede fortalecer nuestra inmunidad
natural; algunos estudios sugieren que hacerlo regularmente aumenta la
producción de células asesinas naturales, responsables de combatir virus y
células cancerosas.
Reducción de la presión arterial: caminar o relajarse en entornos naturales puede llevar a una
disminución de la presión arterial, lo que es beneficioso para la salud
cardiovascular; la exposición a la naturaleza también se ha relacionado con una
reducción del riesgo de enfermedades cardíacas. Por supuesto, nunca está de más
recordarlo, la alimentación, la actividad física, las plantas medicinales y los
nutrientes, también son vitales para este objetivo; sin embargo, el descuido de
alguno de estos detalles, suele ser la causa por la cual fallan los cuidados
integrativos y mucha gente cree que inevitablemente debe consumir fármacos que
suelen tener muchos efectos indeseables.
Mejora de la calidad del sueño: la naturaleza puede ayudar a mejorar la calidad del sueño. Pasar
tiempo al aire libre, especialmente durante el día, puede regular el ritmo
circadiano y ayudar a las personas a conciliar el sueño más fácilmente por la
noche.
Aumento de la actividad física: estar en la naturaleza a menudo implica actividades como caminar,
andar en bicicleta o practicar deportes al aire libre; esto promueve un estilo
de vida activo y contribuye a la salud física general, incluyendo la pérdida de
peso y la condición física.
Alivio del dolor: la exposición a la naturaleza puede disminuir la percepción del
dolor y aumentar la tolerancia al mismo, lo cual es especialmente beneficioso para
personas que sufren de dolor crónico. Una de las prácticas más potentes en este
sentido es caminar descalzos en la tierra, lo que se conoce como grounding; de
20 a 30 minutos diarios han demostrado tener un impacto que hace la diferencia
como antiinflamatorio y antioxidante.
Reducción de la fatiga mental: pasar tiempo en entornos naturales puede aliviar la fatiga mental
y aumentar la concentración y la productividad; esto es especialmente relevante
en el contexto de la vida urbana agitada.
Mejora de la función pulmonar: en entornos naturales, el aire suele ser más limpio y rico en
oxígeno, lo que mejora la salud respiratoria.
Beneficios específicos del agua: estar cerca del agua, como un lago, un río o el océano, se ha
asociado con beneficios adicionales para la salud física, como la reducción del
estrés y la mejora del bienestar emocional.
Reducción de la inflamación: la exposición a la naturaleza reduce la inflamación en el cuerpo,
en especial la inflamación crónica de bajo grado, un factor de riesgo en
numerosas enfermedades crónicas.
Estos beneficios demuestran que la
naturaleza no solo tiene un impacto positivo en nuestra salud mental, sino que
también puede mejorar significativamente nuestra salud física; incorporar
tiempo al aire libre y en entornos naturales en nuestra vida diaria puede ser
una estrategia efectiva para mantener y mejorar nuestra salud en general.