17 enero 2023

Vives tiranizado por una cárcel psicológica llamada ego

«Ego» en latín significa «yo». Y básicamente es un mecanismo de defensa. Tiene una función muy primaria: ayudarnos a sobrevivir al abismo emocional que suponen los primeros años de nuestra existencia, protegiéndonos del angustioso dolor que nos causa la herida de separación. El ego es el escudo con el que nos protegemos y la coraza con la que nos defendemos. Es un impostor que actúa como un falso concepto de identidad: lo que creemos ser pero que en realidad no somos. El ego es un farsante. Nos engaña cada día, convenciéndonos de que somos nuestra mente y nuestro cuerpo.

El ego es condicionamiento. Es un producto del entorno social y familiar en el que nos hemos criado. El ego es egocéntrico: todo gira en torno a sus necesidades y deseos. Siempre se toma lo que sucede como algo personal. Nos convierte en el ombligo del mundo. Y nos ciega por completo, provocando que solo nos veamos a nosotros mismos. El ego es reactivo; la reactividad es su actividad favorita. De ahí que reaccionemos impulsivamente frente a cualquier estímulo que no nos beneficia o nos perjudica.

El ego es sufrimiento: se perturba a sí mismo cada vez que la realidad no se ajusta a sus expectativas. Y con cada perturbación es como si nos tomáramos un chupito de cianuro. El ego es victimista: no asume nunca su parte de responsabilidad. Y nos instala en la queja y en la culpa. El ego es prepotente y arrogante: se cree mejor y superior que el resto. Además, el orgullo y la soberbia le impiden hacer autocrítica. Por eso en general no cuestionamos nuestra forma de pensar ni nuestro sistema de creencias.

El ego es una máscara y un disfraz: tiende a fingir y aparentar para causar una buena impresión en los demás. El ego es infantil. Nos lleva a comportarnos como niños pequeños. Cada uno con sus juguetes y sus pataletas. El ego es dependiente y apegado. Nos hace creer que necesitamos algo de fuera para sentirnos felices. El ego es celoso y posesivo. Nos vuelve temerosos de perder aquello que creemos nuestro. El ego es envidioso. Se compara todo el rato con quienes le rodean, haciéndonos sentir inferiores y acomplejados…

Borja Vilaseca

Tomado del libro Tú eres lo único que falta en tu vida 

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