04 mayo 2023

✏️ Los rusos usaban lápiz

 

Es muy probable que en tu país te hayas cruzado esta anécdota alguna vez, aunque quizás no en esta misma forma. Es una historia bastante repetida y, como cualquier historia repetida, tiene muchas versiones. Yo voy a contar una de ellas.

La carrera espacial supuso muchísimos desafíos técnicos. Había que sacar a un hombre al espacio, lejos de la gravedad de la tierra, y llevarlo al vacío espacial, donde no había aire ni presurización. Y después había que hacerlo volver. Sano y salvo, de ser posible.

Entre todos estos problemas, había uno que no por menor era menos importante: la escritura. Los astronautas tenían que tomar notas, hacer cuentas, dibujar diagramas. Y en el espacio, sin gravedad, las biromes no funcionan. No hay nada que haga caer la tinta: es como tratar de escribir hacia arriba.

Los estadounidenses decidieron que tenían que resolver el problema. Reclutaron a un equipo de científicos del MIT, y les dieron un plazo y un presupuesto: un año, diez millones de dólares. Y los científicos cumplieron. Al final del plazo, los estadounidenses tenían una birome que escribía en el espacio.

¿Y los rusos? Los rusos usaban lápiz.

Esta historia es ilustrativa y entretenida, pero completamente falsa. Tanto los soviéticos como los estadounidenses empezaron la carrera espacial usando lápices. En realidad, ese era el problema: la madera era inflamable —algo muy peligroso en un ambiente rico en oxígeno— y las partículas de grafito podían producir cortocircuitos en los equipos de la nave. La Space Pen no fue inventada por un equipo de científicos, sino por un inventor independiente, Paul Fischer. Hoy la podemos comprar en internet por 80 dólares.

Space Pen

La imagen de arriba es una campaña promocional de Space Pen, que dice "nuestras biromes no fallan, preguntale a cualquier astronauta", aprovechado la leyenda y jugando con el doble sentido. Y esto es importante porque estas ideas, cuando crecen, siempre le sirven a alguien.

Sin embargo, no por ser falsa esta anécdota deja de ser útil. Si es ilustrativa y entretenida tiene la virtud de la ficción: ilustra otra verdad de alguna manera. ¿Acaso no hay algo detrás? La leyenda de la birome espacial expone dos formas de abordar problemas. Una forma, la norteamericana, es la lógica: seguir el patrón, contestar la pregunta. La otra, la soviética, pertenecería a lo que Edward de Bono llamó “pensamiento lateral”: una perspectiva oblicua, no ortodoxa.

Y no es que los rusos sean más libres o creativos, ni que los norteamericanos carezcan de esas cualidades. Esta historia sirvió en su momento para ilustrar cierta ventaja soviética en los hitos espaciales, y sobrevivió a los cambios geopolíticos porque sirve para explicar el pensamiento lateral. Muchas veces, reformular la pregunta es más fácil que responderla.

Y si queremos pensar por fuera de las maniobras ajenas, de los intereses y las influencias de los otros, tenemos que aprender también a razonar de forma oblicua. No podemos cargar ciegamente contra cada problema que se nos presenta enfrente. A veces, tenemos que detenernos a pensar: ¿es este realmente un problema? ¿y qué impacto tiene? ¿para quién?

Sergio Melzner es autor del libro
INGENIERÍA SOCIAL

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