Cuando intentas crear un nuevo hábito, es fácil empezar demasiado grande. Cuando piensas en el cambio que deseas hacer, tu entusiasmo y motivación pueden convencerte de hacer demasiado, demasiado pronto.
Todo el mundo ha escuchado cosas como: empieza de a poco, da pequeños pasos. Pero incluso cuando sabes que debes comenzar de a poco, es tentador comenzar a lo grande.
Es por eso que, si tengo que recomendar un lugar para comenzar a desarrollar un nuevo hábito, recomendaría elegir un hábito que sea fácil de realizar.
La forma más eficaz que conozco de hacer esto es seguir la "Regla de los dos minutos".
La regla de los dos minutos establece:
"Cuando comienzas un nuevo hábito, debería llevarte menos de dos minutos hacerlo".
En la última lección, eligió un hábito que emitirá votos a favor de su identidad deseada. En esta lección, tomaremos ese hábito y lo reduciremos a una versión de dos minutos.
Por ejemplo:
"Caminar 10,000 pasos cada día" se convierte en "Ponerme las zapatillas para correr".
"Mantener la casa ordenada" se convierte en "poner una prenda de ropa sucia en la lavandería".
"Ser un mejor socio" se convierte en "hacerle a mi socio una taza de café todas las mañanas".
"Sacar sobresalientes" se convierte en "dejar mis libros en el escritorio cuando llegue a casa".
La idea es hacer que sus hábitos sean lo más fáciles para comenzar. La regla de los dos minutos ayuda a contrarrestar nuestra tendencia a morder más de lo que podemos masticar. También te brinda una pequeña forma de reforzar su identidad deseada cada día.
Cuando todo lo que escuchamos son los resultados espectaculares de otras personas, es natural pensar que debemos esforzarnos hasta el límite para lograr algo que valga la pena. Lo sé, yo mismo he cometido ese error muchas veces. En cambio, puedes simplificar el proceso reduciendo tu atención al primer movimiento.
Es posible que no puedas automatizar todo el proceso, pero puedes hacer que la primera acción sea absurda. Estás tratando de construir un "hábito de puerta de entrada" para un comportamiento más amplio o una ambición más grande para la que estás trabajando en última instancia. Facilita el comienzo y el resto seguirá.
Por lo general, puede descubrir los hábitos de entrada que lo llevarán al resultado deseado al trazar sus objetivos en una escala de "muy fácil" a "muy difícil". La mayoría de las personas comienzan con ambiciones que son grandes y muy difíciles, pero necesitan pasar a hábitos que son pequeños y muy fáciles.
Por ejemplo, aprender a tocar una canción con la guitarra es muy difícil. Aprender a tocar el coro de una canción es muy difícil. Aprender a tocar las escalas es moderadamente difícil. Practicar los acordes es fácil. Coger la guitarra y sentarse en un lugar tranquilo es muy fácil. Tu máxima ambición puede ser aprender a tocar una canción completa, pero tu hábito de entrada es tomar la guitarra y sentarse en un lugar tranquilo donde puedas practicar. Así es como sigues la regla de los dos minutos.
Incluso los objetivos generales de la vida se pueden transformar en un comportamiento de dos minutos. Querer vivir una vida sana puede ser tu máxima ambición, pero luego puedes preguntar "¿qué necesito para vivir una vida sana?" Necesito mantenerme en forma. Entonces puedes preguntar qué necesito para mantenerme en forma: necesito hacer ejercicio. ¿Qué necesito hacer para hacer ejercicio? Necesito ponerme mi ropa deportiva. Y así sucesivamente hasta llegar a un comportamiento que demore dos minutos o menos, hasta que descubras el primer movimiento.
Entonces, en este caso, ponerse la ropa de entrenamiento se convierte en un hábito de dos minutos que te lleva a tu máxima ambición de vivir una vida saludable.
O, querer tener un matrimonio feliz puede ser tu máxima ambición. Entonces pregunta "¿qué necesito para tener un matrimonio feliz?" Necesitas ser un buen compañero. Luego pregunta cómo puedo ser un buen compañero. Podrías hacer algo todos los días para que tu pareja se sienta atendida. Algo que les facilite la vida. ¿Cómo podrías facilitarle la vida a tu pareja? Podrías prepararle el café de la mañana... y así sucesivamente, buscando pequeñas formas de avanzar hacia tu máxima ambición.
La gente a menudo piensa que es extraño que se entusiasme por ponerse los zapatos, colocar una prenda de vestir en el cesto de la ropa sucia, preparar una taza de café o dejar los libros sobre el escritorio. Pero el punto no es hacer dos minutos de trabajo y luego no hacer nada más. El punto es dominar el arte de aparecer.
He aquí un ejemplo:
Un lector me dijo: "Cuando volvía al gimnasio después de estar fuera durante dos años, me dije a mí mismo que todo lo que tenía que hacer era ir al gimnasio con mi bolso y quedarme diez minutos, entonces estoy libre para ir a casa si quiero".
Terminó funcionando. Recuperó su hábito de estar en forma y comenzó a ejercitarse constantemente.
La verdad es que se debe establecer un hábito antes de poder mejorarlo. Si no puedes aprender la habilidad básica de presentarte o aparecer en escena, entonces tienes pocas esperanzas de dominar los detalles más finos. Para el lector que acabo de mencionar, ni siquiera se trataba de hacer ejercicio. Podía entrar al vestíbulo del gimnasio, sentarse y leer un libro. Podría ir a una estación de entrenamiento, configurarla como si fuera a levantar y no hacer ninguna repetición. No puedes hacer esto para siempre, por supuesto, pero al principio, la idea es sentirse cómodo simplemente con estar en el gimnasio. Convertirse en el tipo de persona que va al gimnasio cuatro días a la semana.
Como digo en Hábitos Atómicos: estandarización antes que optimización. Conviértelo en el estándar en tu vida, luego preocúpate por hacerlo mejor.
Estrategias como esta también funcionan por otra razón: refuerzan la identidad que desea construir. Si te presentas en el gimnasio cinco días seguidos, aunque sea solo por dos minutos, estás votando a favor de tu nueva identidad. Estás votando por el tipo de persona que no se pierde entrenamientos. Estás tomando la acción más pequeña que confirma el tipo de persona que deseas ser.
