👉Quizá des por sentada tu capacidad para hablar normalmente con la misma naturalidad y sencillez con la que vemos, respiramos, digerimos... Pero para mí, con los "cables" flacos y empalmados con cinta Scotch y saliva, por la esclerosis múltiple, la cosa no es tan simple, y antes de un reportaje, una charla o un vivo, tengo que recoger todos mis recursos internos y estar en disposición de toda mi energía. ¡Y después de una charla como esta quedo agotado como si hubiera corrido una maratón! (Por eso, sabrán comprender, rechazo muchas ofertas de reportajes o vivos en páginas amigas)
👉La conexión entre mi cerebro y la lengua, es una carretera vieja y llena de pozos, crea algunos inconvenientes en el camino y muchas veces, "semelengualatraba" 🙂 Ayer, charlando con Roberto Marsilli en FM del este Chajari, al querer contarles los nombres trabalengüísticos de tres zeolitas -clinoptilolita, mordenita y ferrierita-, me encontré con uno de esos pozos accidentados de mi neurología tercermundista. ¡Uno de esos momentos en los que siento que puedo seguir solo si me asiste la Gracia Divina! Y así fue... zafamos con dignidad y ahora lo recuerdo con humor.
👉Ahora sí, los dejo con la charla sobre las zeolitas...
Es muy probable que en tu país te hayas cruzado esta anécdota alguna vez, aunque quizás no en esta misma forma. Es una historia bastante repetida y, como cualquier historia repetida, tiene muchas versiones. Yo voy a contar una de ellas.
La carrera espacial supuso muchísimos desafíos técnicos. Había que sacar a un hombre al espacio, lejos de la gravedad de la tierra, y llevarlo al vacío espacial, donde no había aire ni presurización. Y después había que hacerlo volver. Sano y salvo, de ser posible.
Entre todos estos problemas, había uno que no por menor era menos importante: la escritura. Los astronautas tenían que tomar notas, hacer cuentas, dibujar diagramas. Y en el espacio, sin gravedad, las biromes no funcionan. No hay nada que haga caer la tinta: es como tratar de escribir hacia arriba.
Los estadounidenses decidieron que tenían que resolver el problema. Reclutaron a un equipo de científicos del MIT, y les dieron un plazo y un presupuesto: un año, diez millones de dólares. Y los científicos cumplieron. Al final del plazo, los estadounidenses tenían una birome que escribía en el espacio.
¿Y los rusos? Los rusos usaban lápiz.
Esta historia es ilustrativa y entretenida, pero completamente falsa. Tanto los soviéticos como los estadounidenses empezaron la carrera espacial usando lápices. En realidad, ese era el problema: la madera era inflamable —algo muy peligroso en un ambiente rico en oxígeno— y las partículas de grafito podían producir cortocircuitos en los equipos de la nave. La Space Pen no fue inventada por un equipo de científicos, sino por un inventor independiente, Paul Fischer. Hoy la podemos comprar en internet por 80 dólares.
La imagen de arriba es una campaña promocional de Space Pen, que dice "nuestras biromes no fallan, preguntale a cualquier astronauta", aprovechado la leyenda y jugando con el doble sentido. Y esto es importante porque estas ideas, cuando crecen, siempre le sirven a alguien.
Sin embargo, no por ser falsa esta anécdota deja de ser útil. Si es ilustrativa y entretenida tiene la virtud de la ficción: ilustra otra verdad de alguna manera. ¿Acaso no hay algo detrás? La leyenda de la birome espacial expone dos formas de abordar problemas. Una forma, la norteamericana, es la lógica: seguir el patrón, contestar la pregunta. La otra, la soviética, pertenecería a lo que Edward de Bono llamó “pensamiento lateral”: una perspectiva oblicua, no ortodoxa.
Y no es que los rusos sean más libres o creativos, ni que los norteamericanos carezcan de esas cualidades. Esta historia sirvió en su momento para ilustrar cierta ventaja soviética en los hitos espaciales, y sobrevivió a los cambios geopolíticos porque sirve para explicar el pensamiento lateral. Muchas veces, reformular la pregunta es más fácil que responderla.
Y si queremos pensar por fuera de las maniobras ajenas, de los intereses y las influencias de los otros, tenemos que aprender también a razonar de forma oblicua. No podemos cargar ciegamente contra cada problema que se nos presenta enfrente. A veces, tenemos que detenernos a pensar: ¿es este realmente un problema? ¿y qué impacto tiene? ¿para quién?
Aunque las cinturas de los estadounidenses son cada vez más grandes, las investigaciones muestran que el microbioma intestinal, las bacterias que viven en nuestro tracto digestivo, y los compartimentos de las células que producen energía, las mitocondrias, siguen hambrientos de los nutrientes que faltan en la dieta estadounidense.
Soy un médico científico y gastroenterólogo que ha pasado más de 20 años estudiando cómo los alimentos pueden afectar el microbioma intestinal y la salud de todo el cuerpo. Los alimentos ultraprocesados que constituyen una parte cada vez mayor de la dieta estadounidense han eliminado los nutrientes vitales de los alimentos. Volver a agregar esos nutrientes puede ser importante para la salud, en parte al alimentar el microbioma y las mitocondrias que convierten los alimentos en combustible.
Pero mejorar la dieta de un individuo, y mucho menos de una población, es un desafío. Los alimentos integrales a veces son menos convenientes y menos sabrosos para los estilos de vida y las preferencias modernas. Además, el procesamiento de alimentos puede ser beneficioso al prevenir el deterioro y prolongar la vida útil . El procesamiento de granos integrales, en particular, prolonga la vida útil al eliminar el germen y el salvado que, de otro modo, se estropearían rápidamente. El almacenamiento a largo plazo de calorías asequibles ha ayudado a abordar la inseguridad alimentaria , un desafío principal en la salud pública.
Lo que comes cambia la composición de tu microbioma intestinal.
Gran parte de la conversación sobre la salud pública en torno a la dieta se ha centrado en qué evitar: azúcares añadidos y carbohidratos refinados, algunas grasas, sal y aditivos. Pero el procesamiento moderno de alimentos, aunque aumenta la concentración de algunos nutrientes, ha eliminado otros nutrientes clave, lo que genera costos potenciales para la salud a largo plazo . Igualmente importante es qué agregar nuevamente a las dietas: fibras, fitonutrientes , micronutrientes, grasas faltantes y alimentos fermentados.
Solo el 5% de la población de EE. UU. obtiene suficiente fibra , un nutriente prebiótico relacionado con la salud metabólica, inmunológica y neurológica. Es probable que los estadounidenses también tengan deficiencia de fitonutrientes , potasio y ciertas grasas saludables relacionadas con tasas más bajas de enfermedades cardiovasculares y cáncer.
La fermentación es la versión natural del procesamiento, creando alimentos con conservantes, sabores y vitaminas naturales. Investigaciones recientes sugieren que los alimentos fermentados pueden mejorar la diversidad del microbioma intestinal y amortiguar la inflamación sistémica.
Descubrir qué nutrientes bioactivos contribuyen a la enfermedad puede ayudar tanto a las personas como a las instituciones a desarrollar dietas y alimentos personalizados para diferentes condiciones de salud, limitaciones económicas y preferencias de sabor. También puede ayudar a maximizar los nutrientes de una manera conveniente, económica y familiar para el paladar moderno.
De microbiomas y mitocondrias
Comprender cómo los nutrientes afectan el microbioma intestinal y las mitocondrias podría ayudar a determinar qué ingredientes agregar a la dieta y cuáles moderar.
En la parte inferior del intestino, las bacterias transforman los nutrientes bioactivos no digeridos en señales bioquímicas que estimulan las hormonas intestinales para ralentizar la digestión. Estas señales también regulan el sistema inmunológico, controlando la cantidad de energía del cuerpo que se destina a la inflamación y la lucha contra las infecciones, y la cognición , lo que influye en el apetito e incluso en el estado de ánimo .
Una serie de factores están involucrados en el envejecimiento.
Somos una generación de transición que actualmente está viviendo una crisis sistémica, la cual hace de puente entre dos eras. En este contexto marcado por la necesidad de cambio de paradigma, la mayoría va a hacer todo lo posible por resistirse y preservar su vieja forma de pensar. Por otra parte, existe una serie de individuos a los que les sucede exactamente lo contrario: apasionados por el cambio y la transformación, cuentan con una mentalidad demasiado futurista.
Este tipo de personas con visión saben detectar tendencias de futuro que la mayoría no verá hasta que estas se hagan realidad. En muchas ocasiones, estos genios son marginados e inadaptados de su tiempo y suelen ser percibidos como locos, charlatanes y excéntricos. De hecho, a algunos les falta un tornillo de verdad.
Todos ellos tienen en común que se atreven a honrar su singularidad, desafiando el statu quo. No en vano, en algún momento padecen una profunda crisis que les lleva a romper con la ancha avenida por la que transita el resto de sus coetáneos, explorando sendas nuevas y alternativas. Para lograrlo, empiezan a cuestionar el núcleo de su identidad, cuestionando a su vez el sistema de creencias con el que fueron condicionados por su entorno social y familiar. Así es como se convierten en una amenaza para el orden social establecido.
Otro rasgo es que tienden a ser inadaptados y excéntricos. No encajan con el patrón que impera en la sociedad. De ahí que tiendan a rechazar el modo de vida que les propone su tiempo. Y al hacerlo, atraviesan una etapa en la que se sienten excluidos y marginados. La soledad y la incomprensión son el precio que pagan al principio por atreverse a escuchar a su intuición y seguir su propio camino. En ocasiones, para reafirmarse ante los demás, suelen adoptar actitudes bizarras y conductas excéntricas, provocando que se los tache de «raros» y «locos»…
Fragmento extraído del libro “El sinsentido común. Claves para cuestionar tu vieja mentalidad y cambiar de actitud frente a la vida” de Borja Villaseca → https://amzn.to/3KEP4pv
La obesidad es un factor de riesgo importante para el desarrollo de diabetes tipo 2; y las personas con sobrepeso u obesas tienen un mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad en comparación con aquellas con un peso normal.
La diabetes es una enfermedad crónica que puede tener graves consecuencias para la salud, incluyendo daños a los vasos sanguíneos, enfermedades del corazón, problemas de visión, daño a los riñones y neuropatía diabética.
En términos de mortalidad, las personas con diabetes tipo 2 y obesidad tienen un mayor riesgo de morir por complicaciones relacionadas con este padecimiento, como enfermedad cardiovascular, insuficiencia renal y ceguera. Además, la obesidad aumenta el riesgo de desarrollar complicaciones graves y acelera la progresión de la enfermedad.
Según estudios epidemiológicos, el riesgo de mortalidad por diabetes es aproximadamente dos a tres veces mayor en personas con sobrepeso u obesas en comparación con aquellas con un peso normal. Por ejemplo, un estudio encontró que las personas con obesidad tenían un riesgo 2.3 veces mayor de morir por complicaciones relacionadas con la diabetes en comparación con aquellas con un peso saludable.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que estos porcentajes pueden variar dependiendo de muchos factores, como la edad, el género, la presencia de otros factores de riesgo y la duración y gravedad de la diabetes.
En conclusión, mantener un peso saludable y evitar la obesidad es importante para prevenir la diabetes y reducir el riesgo de complicaciones y muerte asociadas con esta enfermedad. Es importante llevar un estilo de vida saludable, incluyendo una dieta equilibrada y ejercicio regular, para prevenir la obesidad y mejorar la salud en general.
En este mundo de corrección política, puede sacar ampollas afirmar que la obesidad es una enfermedad, pero la realidad es que las personas que desafían a la gravedad, enferman más y mueren antes. ¡Es un tema para tomarlo con mucha seriedad!
"Obesity and Mortality from Diabetes in the U.S." de Andrea L. Mark The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism. 2006 Oct; 91(10): 3624–3629.
"The impact of obesity on the risk of developing common chronic diseases during a 10-year period" de Huxley RR, Barzi F, Zoega H, et al. Obes Rev. 2008 Jan;9(1):47-59.
"Obesity and Mortality in the General Population" de Flegal KM, Kit BK, Orpana H, Graubard BI. N Engl J Med. 2013 Jan 3;368(1):71-82.